José María Escrivá plantea la relación causal entre autoestima y humildad:
“El propio conocimiento nos lleva de la mano
a la humildad”
Esto puede explicar la relación que existe
entre las relaciones de poder que se ejercen en el trabajo, y la personalidad
del líder, que busca clarificar y reafirmar su capacidad a partir de la
descalificación del otro.
La psicología social, identifica cómo estas relaciones de poder llevan
generalmente a relaciones coercitivas que tienden a someter al otro a órdenes y
descalificaciones, propiciando ambientes enfermos y poco favorables que
impactan en los resultados, se ven limitados,
y el talento lejos de ser potenciado y aprovechado, es explotado y frenado.
A partir de lo anterior es evidente la
necesidad en las organizaciones de identificar y/o desarrollar líderes
auténticos.
La autoestima se relaciona con la racionalidad,
el realismo, la intuición, la creatividad, la independencia, la flexibilidad,
la capacidad para realizar cambios, la disposición a admitir y corregir los
errores, la benevolencia y la creatividad (Branden N, 1998)
Elementos relacionados para el desarrollo de
la Autoestima
Cuando más desarrollada se tiene la
autoestima, más disposición se tendrá para crear relaciones satisfactorias en
lugar de tóxicas.
Construcción de la
autoestima, pilares:
De acuerdo a
varias investigaciones durante décadas Nathael Branden logra identificar seis
pilares fundamentales para el desarrollo de la autoestima (Branden, N., & Rubio, J. V.):
1. Práctica de vivir conscientemente: Buscar y estar abierto con ilusión a cualquier información, conocimiento o
comentario que tenga relación con los intereses de la persona, sus valores,
objetivos y proyectos, intentando comprender no sólo lo que pasa
alrededor, sino también su interior, de manera
que no actúe sin saber lo que está haciendo.
2. La práctica de la autoaceptación: Que la
persona experimente el deseo de poseer, experimentar y hacerse responsable de los propios pensamientos, sentimientos y
acciones sin evadirse, negarlos o desentenderse de ellos, sin autorrealizarse;
permitirse tener pensamientos propios.
Cuando se trabaja la autoaceptación la persona no se sentirá a la defensiva y tendrá buena disposición ante comentarios críticos o ideas diferentes sin volverse hostil o agresivo.
Cuando se trabaja la autoaceptación la persona no se sentirá a la defensiva y tendrá buena disposición ante comentarios críticos o ideas diferentes sin volverse hostil o agresivo.
3. La práctica de la autorresponsabilidad: La
persona debe tomar cuenta de las
elecciones y acciones, percibirse responsable de él mismo respecto a su
vida, su bienestar y el alcance de sus objetivos. Comprender la dinámica de
cooperación de otras personas para alcanzar los objetivos propios. En este
punto un líder no debe enfocarse en la pregunta: ¿De quién es la culpa?, sino,
¿qué debemos hacer?.
4. La práctica de la autoafirmación: La persona
debe ser auténtica en el trata con lo demás; tratar y tratarse con valores, no ocultando la realidad de quién es
y de los que aprecia tratando de evitar la desaprobación.
La autoafirmación se relaciona a la manera racional por vivir la realidad propia, responder por su persona sin temor a la desaprobación.
La autoafirmación se relaciona a la manera racional por vivir la realidad propia, responder por su persona sin temor a la desaprobación.
5. La práctica de vivir con determinación:
Identifica sus objetivos o propósitos
personales a corto plazo, así como las acciones necesarias para
alcanzarlos; organiza su conducta para lograrlos. Asegurar que
se hace lo correcto, prestando atención a las consecuencias a fin de saber en
un momento dado si es necesario retornar y rectificar errores.
6. La práctica de la integridad personal: Vivir
coherentemente con lo que se sabe, los valores que se profesan y lo que se
hace. Dando pauta al respecto de compromisos, ejemplo de admiración,
tratar a los demás con amabilidad y benevolencia. En toda organización existen
personas en quienes se confía y otras en quienes no, es cuestión de coherencia
o, lo que es lo mismo, integridad.
El papel principal de un líder es compartir la visión general de los objetivos
organizacionales, inspirar y animar a todos sus equipos , invitándolos a
contribuir de manera óptima al logro de los mismos, bajo una filosofía de ganar
ganar.
Cuanto más alta sea el autoestima de un
directivo, las probabilidades de que lo anterior suceda aumentan. Una mente que
no confía en sí misma, no puede inspirar lo mejor en los demás. Una persona que
considera no merecer tener logros y éxitos, reduce sus posibilidades de hacer
que los demás tengan aspiraciones.
Un líder no puede transmitir lo mejor a sus
colaboradores si sus carencias e inseguridades lo orillan a probarse a sí mismo
que tiene razón y otros no, presentándose la relación no sólo no inspiradora ni
motivante, sino además sus colaboradores se le presentan como adversarios.
Ariana L. Vázquez
@arianalvh
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